14 julio 2011

Capítulo Cinco (VII)

El coche, conducido por Álvaro, se dirigía hacia el norte, por lo que Amelia dedujo que no iban a coger la autopista. Y aunque habían salido a toda prisa, una vez avanzadas unas pocas manzanas, una vez hechos unos pocos giros, redujo la velocidad, aunque no sabía si era para no llamar la atención o porque había comprobado que no les seguían.
Le miró atentamente. No parecía asustado, ni nervioso. Tampoco sonreía.
— ¿Y bien? ¿Me vas a contar de una vez qué ocurre?
— Comprendo que todo esto te parece muy extraño...
— ¿Extraño? —El tono de Amelia reflejaba claramente su enfado—. Me encomiendan una misión ridícula, me obligan a tener un compañero, el que fue mi último compañero me echa de la carretera, disparan a mi nuevo compañero, tengo que volar por los aires mi tapadera, literalmente, atrapo a mi antiguo compañero y nuevo enemigo con la ayuda de mi ya no tan herido nuevo compañero, cuando estoy interrogando a mi antiguo compañero mi nuevo compañero me droga y me entrega a una raza de extraterrestres, para nada más despertar sacarme de allí... No es extraño, es lo que hago todos los días...
Ahora sí que Álvaro sonreía.
— Sí, comprendo que debes estar hecha un lío, pero no soy la persona más indicada para aclararte nada.
Detuvo el coche y aparcó. Amelia vio que se habían parado frente a un edificio de más de veinte plantas, con cristales negros.
— Aquí tendrás tus respuestas. Y tendrás que tomar unas cuantas decisiones...

[Esto se está convirtiendo en una road movie... o en una road to hell movie].

[¿Que esto se está convirtiendo en lo qué? ¿O en lo qué? Perdona mi incultancia, pero no sé de qué estás hablando...]