07 julio 2011

Capítulo Cinco (VI)

[No sé qué nos deparará el destino pero sé lo que tengo que escribir. Lo veo claro.]

La luna brillaba incansable en el horizonte mientras la nave estelar real de los Ursakis, los que Amelia conocía como los hombres lagarto, cruzaba el cielo lentamente.
El rey de los Ursakis, Ometh, regía desde su salón, compuesto por vísceras de animales, a sus congéneres. Observaba la ciudad sobre la que volaban tranquilamente, sin que los humanos pudieran tan siquiera notarlos. La nave de la realeza disponía de un sistema de invisibilidad y una elevada tecnología que hacía que los rádares humanos no pudieran detectarlos. Aún así los pilotos preferían no elevar la velocidad ya que la fuerza que hacía falta para mover la nave podría destruir facilmente la ciudad sobre la que se encontraban.
Ometh profirió un sonido gutural y todos sus lacayos se postraron ante él. Y aquello no era raro pues Ometh rechazaba el diálogo sobre cualquier otra forma de comunicación. Que hablara implicaba que lo que iba a decir era Ley.
* Escuadrón 7, traed a la humana y al traidor. Y conseguid información del grupo de Beregath para proceder a su exterminio. *

[Ni que decir tiene que cuando ponemos * es que estamos hablando en Ursakis. xDDDDD]

[Te has quedado ancho, ¿eh?]

06 julio 2011

Capítulo Cinco (V)

[Creo que ya llega el momento de ir metiendo el perrito bomba.]

Al cruzar la puerta, se encontraron en la parte trasera del edificio.
Fueron hacia el coche. Mientras corrían, Álvaro percibió el movimiento de dos hombres lagarto por la retaguardia. Se giró, les disparó resolutivamente y tras dos certeros impactos, éstos cayeron al suelo. Y siguió corriendo. Amelia estaba muy extrañada: aquél no parecía ser el Álvaro que ella conocía. Por una vez, ella no llevaba las riendas de la acción, y sólo le quedaba dejarse llevar.
Llegaron al coche, y se dispusieron a huir.

Dentro del edificio, el líder se recuperaba con ayuda de los suyos.
— ¡Álvaro se ha llevado a la chica y han salido huyendo por la puerta de atrás! —dijo uno de los suyos, exaltado.
— No hace falta que los sigáis, sabemos adónde van —dijo el líder, desde el suelo.
— Pero...
— Si ahora Amelia no confía en Álvaro, es que no es humana...
Se quedaron todos sorprendidos. El jefe esbozó una media sonrisa.
— Este chico, Álvaro. Es bueno, ¿eh?