06 mayo 2011

Capítulo Tres (VIII)

Calculó la distancia que le separaba de Álvaro. Era demasiada, no llegaría a tiempo. Álvaro entendió sus intenciones.
— ¡Ni se te ocurra! ¡Lárgate! —le gritó entre jadeos de esfuerzo.
Amelia, se puso en pie, sin dejar de resguardarse detrás del árbol. Volvió a sopesar la situación y, llena de rabia e impotencia, echó a correr en dirección contraria, esquivando árboles y balas por igual. Álvaro vio cómo se alejaba, y una vez que la perdió de vista, se giró para enfrentarse a los asaltantes, los cuales habían dejado de disparar y se dirigían hacia él, armas en mano.
Dos figuras oscuras, silenciosas. No sabía si era por la sangre que había perdido, por tener el sol de cara o porque empezaba a desmayarse, pero no acababa de definir el contorno de esas figuras. Alzó la pistola hacia ellas. No podía apuntar bien, le dolía demasiado el costado, pero cada vez estaban más cerca, así que no podía fallar.
Apretó el gatillo. Pero en lugar del ruido acostumbrado solamente se oyó un "click" apagado. Volvió a pulsar el gatillo. Otro "click".
Las figuras llegaron a él al mismo tiempo que la inconsciencia. Cayó como un peso muerto. Una de las figuras le dio la vuelta, dejándolo bocarriba.
— Vivirá —dijo con una voz grave y monótona—. Llevémoslo a la furgoneta.

[Uff, creo que me he librado por ahora... ;) Mmmm No sé cómo lo véis, pero suena a final de capítulo...]

[¡Buen giro! Yo que ya lo daba por muerto... Y por mí bien lo de cerrar capítulo.]

[¿Vivirá? ¿Cómo que vivirá? Esperad que me toque a mí...]

04 mayo 2011

Capítulo Tres (VII)

[Anda que... uno deja los tiros, el otro los crea... Solo dar las gracias a David por esta nueva oportunidad. Prometo no defraudar.]

Amelia iba a la cabeza mientras las balas silbaban cerca de ella. Sabía que debían interponer obstáculos entre los tiradores y ellos por lo que torció hacia el interior de la arboleda pero sin abandonar su carrera paralela al riachuelo, que ya se había agrandado en tamaño y caudal.
En aquel instante se escuchó un grito y Álvaro cayó al río, sangrando por un costado. Una bala le tenía que haber dado.
Amelia se detuvo y volvió para ayudarle pero cuando una bala levantó un trozo de tierra a su lado se lo pensó mejor. Álvaro gemía y se intentaba poner de pie pero el lecho del río estaba resbaladizo y la fuerza de la corriente no le ayudaba en nada. Otra bala le traspasó la pierna derecha y, tras un grito de dolor, Álvaro cayó de rodillas. Su mirada se cruzó con la de Amelia que no pudo más que resguardarse detrás de un árbol para intentar que las balas no encontraran otra diana.
Álvaro bajó la cabeza y extrajo una pistola de su chaqueta. Amelia vio resolución en sus ojos. Estaba claro que el chico vendería cara su muerte.

[Y aún tendrás cara de decir, "si yo no lo he matao, aún lo dejé con vida...". ¡Macho, no lo podemos matar antes de que tenga cierto significado para Amelia! Si no, hemos gastado líneas en un personaje sólo para que Amelia se alegre de haberse librado de él por patán. Lo intenté decir de manera sutil pero... en fin, ahora a ver cómo le damos significado a todo esto.]

Capítulo Tres (VI)

[Buaaahhhh, ¿y mis tiros?]

— ¿Seguro que quieres informar a la central? —preguntó Álvaro mientras miraba a su compañera fijamente.
— ¡Mierda, tienes razón! —exclamó ella visiblemente enfadada—. De esta misión sólo tenía conocimiento el Consejo, y quizás diez personas más. Es muy posible que la filtración venga de nuestra organización. Será mejor que no avisemos de nada hasta que hayamos acabado. Sean quienes sean, quizás no sepan a dónde vamos o cuál es nuestra misión.
— Bueno, no creo que les interese mucho, me parece que sólo querían matarnos. Entonces, ¿qué hacemos?
— Continuamos —se decidió ella—. Nada de volver directos a la carretera, demos un rodeo. El objetivo no está muy lejos.
Amelia abrió el maletero del coche y sacó de él una pequeña mochila que se colgó a la espalda. Le pasó otra a Álvaro. Luego comenzaron a caminar, bajando un poco de pendiente, hasta casi llegar a la ribera de un riachuelo que había un poco más abajo, aunque decidieron no perder la cobertura de los árboles.
Fue una buena decisión, porque un trozo de corteza de árbol saltó por los aires, justo al lado de la cabeza de Álvaro.
— ¡Joder, no se habían marchado, sólo la furgo!
Comenzaron a correr, para notar más proyectiles demasiado cerca de ellos, todos impactando en los árboles de alrededor. No oían las detonaciones, así que supieron que eran armas de bastante alcance, con silenciador. Seguramente subfusiles o fusiles de asalto. Es decir, una organización con recursos.
Sin dejar de correr y haciendo eses entre los árboles, siguieron paralelos al riachuelo a contra corriente.

[Ya veo... sin armas, David no es David, ¿eh? Y yo que parezco de la comisión anti-violencia...]

Capítulo Tres (V)

Álvaro ayudó a Amelia a salir del coche. Ambos se echaron al suelo, y se apostaron detrás de unos árboles. Agazapados, con sus armas en la mano, esperaban oír los pasos de alguien que viniera a finalizar el trabajo.
Sin embargo, lo que oyeron fue el sonido de cierre de dos puertas, y escucharon cómo la furgoneta arrancaba y se iba de allí.
— O sea, que eran dos. Como nosotros —dijo Amelia—. Qué raro...
— ¿Cómo lo sabes?
— ¿No has oído? Se han cerrado dos puertas.
— Bueno... no tiene por qué. También puede ser que alguien se haya quedado dentro... controlando la operación.
Amelia consideró la posibilidad.
— Lo tendremos en cuenta. Lo que sí sé es que con este coche no vamos a ningún lado. Tendremos que llamar a la central para que nos den cobertura.