06 julio 2011

Capítulo Cinco (V)

[Creo que ya llega el momento de ir metiendo el perrito bomba.]

Al cruzar la puerta, se encontraron en la parte trasera del edificio.
Fueron hacia el coche. Mientras corrían, Álvaro percibió el movimiento de dos hombres lagarto por la retaguardia. Se giró, les disparó resolutivamente y tras dos certeros impactos, éstos cayeron al suelo. Y siguió corriendo. Amelia estaba muy extrañada: aquél no parecía ser el Álvaro que ella conocía. Por una vez, ella no llevaba las riendas de la acción, y sólo le quedaba dejarse llevar.
Llegaron al coche, y se dispusieron a huir.

Dentro del edificio, el líder se recuperaba con ayuda de los suyos.
— ¡Álvaro se ha llevado a la chica y han salido huyendo por la puerta de atrás! —dijo uno de los suyos, exaltado.
— No hace falta que los sigáis, sabemos adónde van —dijo el líder, desde el suelo.
— Pero...
— Si ahora Amelia no confía en Álvaro, es que no es humana...
Se quedaron todos sorprendidos. El jefe esbozó una media sonrisa.
— Este chico, Álvaro. Es bueno, ¿eh?

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