10 mayo 2011

Capítulo Cuatro (II)

El teléfono volvió a sonar. Lo miró con desgana, y se quedó de piedra. "Número desconocido". Sólo podía ser una persona.
— Amelia —comenzó con su tono más amable y conciliador, mientras se incorporaba—, qué placer tan inesperado...
La calma de su voz no reflejaba la subida de adrenalina que le impulsó a mirar en todas direcciones y volver al despacho.
— Eres un cabrón —le cortó Amelia.
— ¿Qué ocurre, preciosa?
— Ahórrate todas esas tonterías —la voz de Amelia sí reflejaba perfectamente sus emociones—. Sé que has sido tú.
— Cariño, no sé de qué me estás hablando...
Demostraba seguir siendo una de las mujeres más inteligentes y perspicaces que conocía, lo que hacía de ella un recurso muy valioso.
— Déjate de cuentos. Álvaro me la trae sin cuidado, pero me jode que me saquen de la carretera, me disparen, y me estropeen unos zapatos de quinientos euros. Y no necesariamente en ese orden.
— Oh, por Dios... ¿Estás bien? ¿Quieres que mande alguien a buscarte?
— Eres un cabrón —reiteró Amelia—. Ya sabes a dónde voy a ir ahora. Trae a mi compañero —remarcó las últimas palabras—. No vayas solo, yo no lo haré. Y sal de una puta vez de mi apartamento. Te quedan tres minutos.
Cerró la tapa del teléfono, cortando la llamada, Sabía que Amelia no acostumbraba a ir de farol, así que echó un último vistazo al piso, llenó sus pulmones del aroma a menta y salió sin molestarse en cerrar la puerta. Abajo le seguía esperando su coche. Cuando se encontraba a unas pocas manzanas del piso de Amelia, oyó la explosión.

[Mola liarlo de esa manera... :P]

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