18 noviembre 2011

Capítulo Siete (VII)

El Astarsi superviviente llegó a su destino. La zona de los muelles siempre había sido su lugar preferido de la ciudad. Allí, se había establecido un lugar de reunión Astarsi, aunque hacía años que estaba en desuso. Sabía perfectamente que los Ursakis le estaban siguiendo y que debía deshacerse de ellos antes de contactar con sus congéneres, o los condenaría a todos a correr la misma suerte que el Consejo.
Utilizaba las sombras para avanzar, evitando cualquier mirada indiscreta. Llevaba tantos años utilizando la apariencia humana que tuvo que reconocerse a sí mismo que le faltaba práctica. Pero para un Astarsi, ser sigiloso es algo innato, así que no tardó mucho en moverse como lo harían las mismas sombras, en el más absoluto silencio.
En la parte más antigua del muelle, encontró el lugar de reunión. Se trataba de un carguero oxidado de nombre "Encuentro". Llevaba décadas atrapado entre otros barcos abandonados, que deberían haber sido desmantelados hacía mucho, pero que por diferente motivos se habían quedado en aquel cementerio marino.
Entró al carguero y se dirigió al Puente de Mando, donde encendió la radio. Aún funcionaba gracias a un generador alienígena que se mantenía activo en algún lugar del barco. Habló en idioma Astarsi y esperó respuesta, que tardó apenas cinco minutos en llegar.
— Aquí contacto de la resistencia, adelante.
— Aquí Astarsi. Soy Shillozhu, el Consejo ha sido exterminado.
— Eso son malas noticias —respondió la voz.
— Como máximo dirigente Astarsi del planeta Tierra, solicito audiencia con la resistencia humana. Ha llegado la hora de hacer un pacto.
— Por supuesto. Gonzalo estará encantado de reunirse con usted —contestó la voz visiblemente animada.
— Resistencia humana... —repitió Shillozhu en voz baja—. No creas que no he reconocido tu voz, traidor Ursaki. Álvaro, aún tenemos cosas pendientes.
— Claro, cuando nos veamos.
La comunicación se cortó. El Astarsi desconectó la radio y la inutilizó. Luego bajó hasta la zona de carga; sabía que un equipo Ursaki no tardaría mucho en llegar. Abrió un contenedor cerrado y allí encontró una bomba, la cual activó. Posteriormente abrió una escotilla, la selló, la inundó, y salió al agua.
Allí, en el líquido elemento original, durante unos segundos se sintió libre, sin atadura, sin obligaciones.
Cuando se alejaba del barco buceando, ausente a toda interminable guerra, el barco explotó. El equipo de asalto Ursaki estaba muerto.

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