10 febrero 2013

Crónicas Mortales - Prólogo (III)

¡He vuelto!!!
Un día me desperté muerto.
Bueno, en realidad no me desperté. Supongo que ahí radica el problema. Un buen día me eché a dormir y luego, lo siguiente que recuerdo, es verme ahí, en aquella mierda de cama, con una sábana por encima.
La celda era bastante pequeña, así que cuando entró el forense el resto tuvo que salir. Eran el responsable del turno de los funcionarios de prisiones, el responsable de turno de la puta poli y otro madero de la secreta. Ninguno de ellos se había inmutado lo más mínimo al verme muerto. Bueno, mentira, todos habían mostrado sorpresa, pero nada más.
El forense fue el único que no sintió nada al retirar la sábana. Claro, era el único que no me conocía, y el único que, al igual que yo, estaba acostumbrado a ver la muerte de otra manera, como un trabajo.
- ¿No han visto nada extraño en el cuerpo? -preguntó el forense.
- Nada de nada -contestó el de la secreta desde la puerta-. Está en primer grado, así que nadie ha accedido a él y no tiene compañero de celda.
- ¿Drogas? -volvió a preguntar el forense, sin mirarlos, mientras examinaba mi cuerpo.
- No me consta que fuera consumidor -contestó el responsable del turno de prisiones.
Aquello me hizo pensar. Yo tampoco sabía de qué había muerto. ¿Infarto? ¡Tonterías! No tenía problemas médicos, era capaz de correr kilómetros sin que mis pulsaciones subieran. Pero por la cara de aquellos maderos y funcionarios sabía que no les importaba una mierda. Qué cojones, mucha gente se alegraría.
- Llamaré a su señoría para decirle que no hace falta que venga -dijo el forense cuando dio su trabajo por terminado.
- Sargento, llame ya a la funeraria. Que se lo lleven.
Luego se inclinó hacia mi cuerpo y antes de taparme de nuevo dijo:
- Descansa en paz, hijo puta.
¡Vaya! Pues al final parece que sí me conocía.
Sí, ¡has vuelto! Y parece que te ha gustado el tema... A ver si se anima alguien más.

No hay comentarios: