16 febrero 2013

Crónicas Mortales - Prólogo (IV)

Una amiga me acaba de matar.
Lo sé, estas cosas pasan, pero no me lo esperaba, no de ella... Parece que es más inteligente de lo que yo pensaba. Me ha empujado en el transcurso de una fuerte discusión, he perdido el equilibrio, y mientras caía desde el sexto piso y me convertía en horrorizado testigo de cómo mi cuerpo se hacía trizas allá abajo, me he dado cuenta de que en algún momento he debido cometer un fallo muy grave.
Mírala la muy zorra… Está hablando con el policía, fingiendo sus lágrimas, paseando nerviosa con un cigarrillo entre sus dedos, una mirada perdida en sus ojos. Un accidente, dice. O tal vez un suicidio, porque yo no llevaba bien que se hubiera liado con mi ex. Mentirosa...
¿Por qué no le cuentas la verdad? ¿Por qué no le cuentas cómo habíamos planeado su muerte entre las dos después de que te engañara a ti también? ¿Por qué no me dijiste que te estabas echando atrás? Ahora comprendo la palidez en tu rostro cuando te describí paso por paso lo que había hecho con él... y cómo te abalanzaste sobre mí cegada por la ira. Aún le querías… y mira ahora dónde nos ha llevado todo esto. Yo estoy muerta y tú lo vas a estar dentro de poco, aunque seas una muerta en vida.
El juez está ordenando el levantamiento de mi cadáver. Ya se lo llevan para hacerle la autopsia. Veo una luz brillante que se aproxima, pero me temo que va a tener que esperar.
Nos iremos las dos, o no nos iremos ninguna.
[Me ha encantado. Alucinante. Tengo los pelos de punta.]

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