04 mayo 2011

Capítulo Tres (VI)

[Buaaahhhh, ¿y mis tiros?]

— ¿Seguro que quieres informar a la central? —preguntó Álvaro mientras miraba a su compañera fijamente.
— ¡Mierda, tienes razón! —exclamó ella visiblemente enfadada—. De esta misión sólo tenía conocimiento el Consejo, y quizás diez personas más. Es muy posible que la filtración venga de nuestra organización. Será mejor que no avisemos de nada hasta que hayamos acabado. Sean quienes sean, quizás no sepan a dónde vamos o cuál es nuestra misión.
— Bueno, no creo que les interese mucho, me parece que sólo querían matarnos. Entonces, ¿qué hacemos?
— Continuamos —se decidió ella—. Nada de volver directos a la carretera, demos un rodeo. El objetivo no está muy lejos.
Amelia abrió el maletero del coche y sacó de él una pequeña mochila que se colgó a la espalda. Le pasó otra a Álvaro. Luego comenzaron a caminar, bajando un poco de pendiente, hasta casi llegar a la ribera de un riachuelo que había un poco más abajo, aunque decidieron no perder la cobertura de los árboles.
Fue una buena decisión, porque un trozo de corteza de árbol saltó por los aires, justo al lado de la cabeza de Álvaro.
— ¡Joder, no se habían marchado, sólo la furgo!
Comenzaron a correr, para notar más proyectiles demasiado cerca de ellos, todos impactando en los árboles de alrededor. No oían las detonaciones, así que supieron que eran armas de bastante alcance, con silenciador. Seguramente subfusiles o fusiles de asalto. Es decir, una organización con recursos.
Sin dejar de correr y haciendo eses entre los árboles, siguieron paralelos al riachuelo a contra corriente.

[Ya veo... sin armas, David no es David, ¿eh? Y yo que parezco de la comisión anti-violencia...]

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