21 marzo 2011

Capítulo Uno (VII)

— Bueno, señoras, ustedes me han traído aquí. Si no van a hacer una denuncia yo no puedo trabajar. Si tienen algún cadáver que enseñarme, estaré encantado de echarle un ojo.
— ¿Cadáver? ¿Qué cadáver? —se apresuró a cortarle Amelia.
— Su... amiga... o lo que sea, me ha dicho que hay un cadáver en el callejón. Ande, señorita, indíqueme dónde está ese maldito cadáver y terminemos con esto cuanto antes.
Amelia miraba fijamente a Petra, e intentaba inhibirla para que no hablara más de la cuenta. Después de que Petra cerrara la puerta de entrada del bar, los tres salieron al callejón.
— Como le decía, agente, aquí al lado de los cubos de basu... espere, pero, ¿dónde está? Agente... le juro que...
— Mire señorita, a estas alturas ya se habrá dado cuenta de que este barrio no es precisamente una hermandad jipi de amor y paz. Aquí se mata gente —dijo, mientras se ajustaba la gorra y se repasaba el uniforme—. Y como comprenderán, yo no tengo ningún interés en añadir un nuevo caso irresoluble a los que ya tengo. Así que si me permiten...
Petra seguía anonadada, mientras Amelia guardaba silencio mientras que el agente se alejaba por el callejón.

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