05 abril 2011

Capítulo Dos (II)

[Fer, Fer, Fer... Sabes lo mucho que te aprecio, que me caes bien, como una patada en los huevos, que es lo que te daré si me vuelves a hacer esto. ¿Rezuma líquido amarillento? ¿Ojos sin iris? ¿Astilla en el lagrimal? ¿? ¿Pero te has vuelto loco? Pues yo no pienso arreglar este desastre... Voy a intentar pasarle el marrón a Diego, que aunque no me cae tan mal, es el que va después (Diego, se siente. No mucho, pero se siente). En fin, a ver cómo salgo de esta...]

Introdujo la astilla en un pequeño bote de cristal y continuó su rutinario examen, levantando la cabeza del sujeto con ambas manos y con mucho cuidado.
— Al igual que los anteriores especímenes, presenta un cráneo ligeramente deforme, gelatinoso por la parte posterior...
"Amelia..."
Al principio le pareció un susurro que procedía de detrás de su cabeza. Una vez pasada esa primera impresión, así como el escalofrío que le recorrió la espalda, recordó dónde se encontraba. Depositó la cabeza del individuo de nuevo sobre la mesa, lentamente. La segunda llamada la oyó con mayor claridad.
"Amelia."
— Preferiría que no me llamaras así. Sabes que lo odio —le replicó a la voz que procedía de un altavoz situado en la pared que tenía detrás. Puso la grabadora en pausa.
"No es decisión tuya."
— Tiempo al tiempo —dijo con voz queda, lo suficientemente bajo para que no llegara al micrófono situado en el techo, aún a sabiendas que lo habría oído de todas formas—. ¿Qué quieres?
"Deja lo que sea que estés haciendo y preséntate ante el Consejo."
— Estoy en mitad de un...
"Lo siento si te ha parecido que te lo estaba pidiendo por favor."
— Ahora mismo voy.
Maldijo para sus adentros. Se quitó los guantes de mala gana, los tiró a un cubo, le echó un último vistazo al sujeto y se dirigió hacia la salida.

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