08 abril 2011

Capítulo Dos (IV)

[¿Y ahora qué hago yo con el tipo este del maletín? No sé, no sé. A ver si me viene la inspiración.]

Cuando las puertas del ascensor se abrieron, ambos subieron al mismo. Amelia esperó a que el hombre de negocios apretara un botón, pero no lo hizo. Él también estaba esperando a que ella pulsara y ambos se miraron fijamente.
— Bueno, ¿a qué piso va? —preguntó finalmente Amelia.
— Al piso veinticuatro, gracias —contestó el hombre con voz suave.
— Entonces vamos al mismo.
Amelia apretó el botón correspondiente y el ascensor se puso en marcha. El joven de pelo engominado la miraba fijamente, cosa que la molestó un poco.
— Un momento, ¿eres Amelia Cortés? —preguntó él de repente.
— ¿Quién lo pregunta?
— Álvaro Estrada, el Consejo me ha hecho llamar. Creo que vamos a trabajar juntos —él le tendió la mano.
— ¡Qué estupidez! No sé qué crees que sabes sobre mí, pero siempre he trabajado sola. Además, no voy a hacer de niñera...
Álvaro sonrió y se metió la mano en el pantalón del traje. El ascensor se detuvo y las puertas se abrieron. Cuando salieron de él, dos hombres trajeados y enormes les salieron al paso.

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