08 abril 2011

Capítulo Dos (V)

[No sé a vosotros, pero a mí el Álvaro éste me da asquete... En cuanto os despistéis le meto un perrito bomba...]

Los dos llevaban gafas de sol, pese a que en aquel corredor había escasa luz. Eran calvos, sin cejas. Amelia tuvo la sensación de que se encontraba frente a dos eunucos modernos.
El grupo caminó hasta una enorme puerta metálica, sin manilla.
— ¿Alguna vez has estado allí dentro? —preguntó Amelia.
El hombre negó con la cabeza, aparentemente despreocupado.
— Entonces no te asustes y no intentes mirarlos —aconsejó la chica sonriendo.
Amelia se situó frente a la puerta y, escasos segundos más tarde, se desvaneció en el aire.
Álvaro se quedó estupefacto, miró a los gorilas que ni tan siquiera le devolvieron la mirada. Decidió ponerse enfrente de la puerta y esperar por lo que pudiera pasar.

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