04 octubre 2011

Capítulo Siete (I)

El último miembro del Consejo entró en la sala, que como era costumbre estaba iluminada solo parcialmente, con un foco encima de cada asiento. Después de las disculpas proferidas por la persona que llegaba tarde y de las miradas de desaprobación de los que llevaban más de media hora esperando, comenzó la asamblea.
— Miembros del Consejo —El que hablaba era el presidente, la persona de más edad—, estimados colegas, hemos sido convocados a esta reunión extraordinaria y en su totalidad nos presentamos. Así que, dados los recientes acontecimientos, si no hay objeciones comenzaría de inmediato la reunión.
Por supuesto no hubo objeciones, solo algún murmullo que el presidente ignoró por completo.
— En primer lugar, instaría al miembro que nos ha convocado a que expresara el motivo de la urgencia.
Pasó la mirada por todos los miembros, pero ninguno de ellos parecía dispuesto a tomar la palabra.
— Señores —En su voz se notaba crecer la irritación—, nuestro tiempo es demasiado preciado como para perderlo.
Desconcertados, se sucedieron las miradas acusadoras entre todos.
De repente, el suelo comenzó a temblar, y las miradas de desconcierto se tornaron en miradas de comprensión y temor. La vibración se intensificó. Algunos de los miembros se levantaron rápidamente, volcando sus sillas y dirigiéndose a toda prisa a la salida más cercana. Sin embargo ninguno llegó a tocar el pomo de ninguna puerta.
Parte del techo cedió, dejando entrar un chorro de luz que inundó la sala, dejando por un momento cegados a los presentes, e inmediatamente después calcinados.

La nave de los Ursakis, invisible y silenciosa, se alejó de la zona sin prisa.
[Qué ganas tenía de hacer algo así... :P]
[Me parece bien. Ya vale de añadir tanto personaje, habrá que eliminar alguno... y si son varios de golpe, ¡mucho mejor!]

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