13 abril 2011

Capítulo Dos (XI)

[¿Será Amelia?]

— Jefe, ¿usted también está aquí? No sabía que...
— Anda Álvaro, colócate junto a tu compañera —le cortó su jefe con cierto paternalismo.
— ¿Mi compañera? Pero...
Su jefe le señaló con la vista a Amelia. Álvaro la miró, dándose cuenta de que Amelia le hacía señales para que se acercarse a su lado. Álvaro, torpemente, se acercó a Amelia, mirando a los lados y haciéndole señales de disculpa.
— ¿Pero dónde estabas? —le espetó Amelia—. Llevo tres minutos esperando. ¿Es que te has parado a charlar con un amigo? Anda que vaya compañero me ha tocado... y ponte bien el traje —le dijo recolocándole las solapas de la chaqueta—, si es que mírate...
— ¡Silencio! —les cortó con autoridad uno de los miembros del Consejo. Amelia recompuso su postura y Álvaro, tras alisarse el traje, se estiró quedando tenso como un conductor novato.
En la sala, aunque oscura, podía distinguirse una gran afluencia.
— No os hemos traído aquí para que os toquéis —continuó otro miembro del consejo, provocando una ligera carcajada en la concurrencia.

[Lo habéis pasado mal al ver al barrigudo en la sala, ¿eh?]
[No precisamente al ver al barrigudo, pero sí al leer tu trozo en general... ¿Pero no sabes eso de "si bebes no escribas"?]
[Tiempos verbales corregidos, tío coñazo. Por cierto, eliminaría esto. A nadie le importa saber que mis trozos los escribe un mono.]

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